lunes, 11 de junio de 2012

Creación de relatos


Titulo: No me olvides, yo no lo haré


Abrázame, no te había visto – dijo ella, con una gran sonrisa.

Quiero pensar en mi niñez , y siempre acabo llorando. No quiero ponerme triste, pero añoro todo , la añoro a ella. Tengo un recuerdo gravado a fuego, un bote de cristal, un bote lleno de caramelos, en lo alto.

Me he despertado, creo que he dormido mucho , ¡qué bien duermo en esta cama!. Salgo de la habitación  y corro al comedor, la estoy buscando por todas las habitaciones,¡ahí esta!, en  la cocina, me esta preparando el desayuno. Me siento frente al televisor, no entiendo casi nada, hablan en gallego. Entra por la puerta, trae mi desayuno, creo que la leche esta hirviendo, no me gusta la leche tan caliente, pero me la bebo, me ha hecho tostadas de aceite y cola cao. 

Me visto corriendo estoy deseando salir a la calle, me encanta estar aquí soy tan feliz, me apasionan los árboles que rodean mi casa, altos, fuertes y sin embargo parecen plumas para el aire; de fondo un riachuelo en el que más tarde me bañaré , y más al fondo , un rió, con grandes piedras, con escurridizos peces.

Vamos caminando las dos, yo voy por delante mirándolo todo, ella solo se ríe de vez en cuando, estamos recogiendo moras, tenemos la bolsa casi llena, pero seguimos buscando, es muy divertido, y claro, ¡están buenísimas!, tenemos moras para todos, nos hemos pinchado con las zarzas pero casi ni me duele, estoy entretenida.

No como,ni crezco. Todas las comidas igual, no tengo hambre, no gusta, pero es la hora de comer, me ha preparado un gallo fresquísimo, y me lo ha desmigado. Me siento frente a ella:

¡Come!- me dice.
No, no quiero- le contesto.
Come, por favor- me repite.

Y esta conversación se repite una y otra vez, lloro, pataleo, la desespero , lo siento , lo veo en su cara. Pero no como. Recuerdo cuando estas rabietas desaparecieron, y entonces, me consentía. Las comidas olían a patatas fritas, siempre un plato de patatas fritas, daba igual la comida, siempre había patatas fritas, me encantan, y las tardes de domingo , esas tardes olían a fiollas,con mermelada de frutas, con azúcar, con chocolate, nos sentábamos todos en la mesa, no era la única a la que le gustaban. Aprendo con ella hacer empanada, en la mesa de madera de la cocina, hacemos la masa, las patatas, el tomate, el relleno, no siempre igual, pero siempre juntas.

No comía y no crecía. Siempre me dice como no comes, no medras. 

Cuélgate de la puerta- me sugería
¿Para qué ? Esto no sirve para nada- le contestaba
Que si, que medrarás más- me decía convencida de lo que me pedía.

Me cuelgo de la puerta todos los días, de todas ellas.

Mis vacaciones duran todo el verano, las suyas son más cortas, aun así sigo pasando tiempo con ella. La acompaño a su trabajo aquí en Madrid. Trabaja en el Teatro Cómico, es limpiadora, a mi me encanta jugar entre las butacas del salón, mientras, ella aspira todas las moquetas. Me subo al escenario, soy una gran señorona, rica, con lujos,  me recuerdan a las películas que ve mi madre en el televisor. Bajamos a los vestuarios, me dan miedo, son fríos, oscuros, solitarios, pero la acompaño, no quiero este sola, ni quiero quedarme sola. Me gusta ir con ella a su trabajo, luego almorzamos algo en el bar, y damos un paseo por la plaza que esta llena de palomas, me encanta corretear entre ellas, vuelan alto, y bajan, y de nuevo vuelan y bajan....

Sigo de vacaciones así que cuando tienen tiempo libre me llevan con ellos a la casita del campo. Me paso el día por ahí, con el chándal viejo, andando, saltando, descubriendo sitios, investigando otros,montando en bici, conociéndolo todo. Cuando llega la noche antes de cenar juego al dominó, no se me del todo mal. Ceno , y me acuesto. Me acompaña a la cama, duermo en la habitación de arriba, esta cama tan bien me gusta mucho, es más grande que la otra, pero huele igual. Enciendo la luz de la mesita, me junta las manos, me presina, y comenzamos a rezar. Dios te salve María....,.Padre nuestro que estas en los cielos....., Jesusito de mi vida......., Ángel de mi gurda......,  me presina de nuevo, me da un beso en la frente, me apaga la lamparilla, entorna la puerta y se vá.

Ahora se que que no cerraba la puerta por que guardaba mis sueños, lo sé por que ahora yo no cierro mi puerta para guardar los suyos, vigilo que no se levante, que no tenga pesadillas, que no se caiga en la oscuridad, vigilo que no se haga daño, que no se  despiste y no sepa donde esta. Se que lo hacia para que no me asustará, se que lo hacía por que me quería.

Con el paso de los años comprendí que los arboles que guardaban mi casa eran chopos, que el riachuelo en el que me bañaba ya no me mojaría más los pies, que el río que suena de fondo lleva truchas, todo me lo enseñó ella, me lo enseñó jugando, lo hizo sin que me diera cuenta, todo se ha racionalizado en mi cabeza, y aun que mire, ya no lo veo como cuando era niña.

Me enseñó a coger frutas del bosque, a distinguir, las manzanas de las peras, las vacas, los cerdos, las gallinas y los conejos, me enseño a ordeñar, a buscar patatas, pero todo era un juego. No sabía lo que estaba aprendiendo. Me contó historias de su vida, y aprendí a escuchar con sabiduría, menos mal que la escuche. Solo temo haberme perdido algo.

Las conversaciones de las comidas se repetían constantemente, como me arrepiento de no haber comido, de desesperarla hasta que llorará. Seguramente algunas veces ganaría ella, pero mucho temo que la mayoría gane yo. Me hubiera gustado ahorrarle esos disgustos. Menos mal que por lo menos, si que me colgué a las puertas, no crecí mucho, pero si lo recuerdo con alegría. 

Hecho de menos las patas fritas, ya casi ni las como, ella ya no me las hace, casi siempre se le queman, se le quema casi todo, no recuerda ni la empanada, ni las fiollas, pero le gustan, las sigo haciendo para ella, en la mesa de madera, que hoy esta en mi casa, vieja, coja, pero sigue en la cocina.

El Teatro Cómico cerró hace años, y la plaza que recuerdo es Atocha, no es como la recuerdo, las palomas siguen paseando por ellas, pero ya no me hacen tanta gracia ni como vuelan, ni como bajan, tampoco esta el bar donde almorzábamos, y la mayoría de la gente que conocí ya no esta con nosotros, todo a cambiado, todo se ha racionalizado.

Lo único que sigue donde estaba es la casita de campo, ahora vivo ahí, donde pase la mayoría de mi niñez, de mis veranos. El campo ya no se puede casi ni visitar, esta todo urbanizado, de todas formas ya no hay mucho que investigar,  esta todo cambiado. Ya no duermo en la habitación de arriba, más bien duermo en la habitación de abajo, he pintado la casa, he cambiado algunos muebles, menos la mesa de la cocina. Sigo oyendo el susurro de las oraciones, en mi cabeza retumban el Jesusito de vida y el Angel de mi guarda....cambian las creencias, pero solo pensarlas me dan paz, me acercan a ella.

Hay un bote de cristal lo mira con dulzura, me pide un caramelo.

Abrazame, no te había visto – dijo ella, con una gran sonrisa.
Abuela, he estado aquí todo el rato, contigo- le contesto con una gran sonrisa.




Fin.

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